Las puertas del misterio permiten entrar, pero no permiten salir. Todos los lugares que hemos habitado, todos los momentos que hemos vivido nos asedian, piden entrar. Lo que tenemos -las costumbres, los hábitos, los recuerdos- es demasiado, ya no lo podemos tener. Mientras que nos parece que todas nuestras facultades disminuyen y languidecen, la imaginación crece con desmesura, ocupa todo posible espacio.