Aunque muchos lo ignoren, una parte sustancial de los pilares queásustentan la civilización actual se nutre de la física cuántica, junto a laárelatividad una de las dos grandes revoluciones científicas que cambiaronánuestra comprensión del mundo durante la primera mitad del siglo XX. Es el cuántico un mundo regido por leyes que parecen violar las leyes delásentido común, como expresó con una ironía no exenta de angustia AlbertáEinstein cuando ante el carácter probabilístico de la nueva física cuánticaámanifestó en 1926: «Estoy convencido de que Dios no juega a los dados». Sin embargo, en esta ocasión el genial físico se equivocó: en sus nivelesámás íntimos, el mundo sigue pautas de comportamiento probabilístico. Y noásólo eso, existen otras propiedades que violan completamente las leyesáque Newton estableció en 1687 y que gobernaron la física durante másáde dos siglos: así, tenemos que se crean y aniquilan partículas y que noápodemos conocer con absoluta precisión, al mismo tiempo, parejas deávariables como la posición y la velocidad de una partícula. Dirigida eáintroducida por Stephen Hawking, el científico
